No me lo podía creer, iba a cumplir una de mis
fantasías y, además, tenía toda la pinta de que iba a ser en un sitio donde sólo
la élite podía entrar. Mi excitación crecía y me notaba más y más húmeda.
-
¿Puedo preguntarte cómo lo conoces
tú y cómo formaste parte de él?
-
Sí, claro. Hace un tiempo estuve
saliendo con una chica unos cuantos años más mayor que yo. La verdad es que fue
una buena relación, ella tenía dinero y me consentía todos los caprichos y yo
sólo tenía que encargarme de que quedara satisfecha en la cama y, créeme, era
un trabajo agotador: era insaciable, tuvimos auténticos maratones de sexo. Pero
mi sorpresa fue cuando en uno de esos encuentros que teníamos en su piso no
estaba sola, sino que estaba acompañada de su marido. Al principio me asusté,
pensé que me pegaría una paliza o algo peor, pero no. El hombre empezó a hablar
conmigo y a contarme que era algo que solían hacer a menudo, ligar con chicos y
chicas más jóvenes para alimentar su morbo y sus aventuras sexuales. Casi nunca
duraban más de un par de encuentros, pero en este caso su mujer se había
encaprichado conmigo y por eso había durado más la relación conmigo y no
querían que se acabara… si yo quería, claro.
Yo escuchaba atentamente, estaba intrigada y
excitada y además pensaba por qué yo no había vivido una historia así… sin duda
era muy excitante.
-
Te mentiría si no te dijera que al
principio dudé - mi amigo continuaba su relato -, pero después de tomarnos una
copa y hablar con ellos, terminamos los tres en la cama. Fue un polvo brutal,
muy morboso; no te imaginas lo cachondo que estaba, follándomela mientras el
marido nos miraba y se masturbaba. Así que empezamos una rutina de vernos cada
fin de semana, a veces los tres, otras veces sólo nosotros dos, otras veces era
el marido quien se traía a alguna amiga para que nos la folláramos entre los 2
y, alguna que otra vez, era ella la que se traía a alguna amiga. Yo, intrigado,
les pregunté que cómo era posible que conocieran a tanta gente de mente tan
abierta y dispuesta a follar así con un desconocido y sin poner pegas, si les
pagaban o algo, pero se rieron y, muy seriamente, me miraron y me contaron la
existencia de este club. Te aseguro, Ana, que no te puedes imaginar las chicas
que se llevaban a esos encuentros, ¡menudos pibones! Así que les pregunté si
alguna vez me podrían llevar al club y ¡dicho y hecho!, a las pocas semanas ya
no nos veíamos en su piso, sino que veníamos directamente aquí.
Nos habíamos parado delante de una casa, era
un edificio antiguo de 4 plantas. Lo miré intrigada. Cuando me dijo lo del club,
me lo imaginé de otra forma, así que mi cara de incredulidad tenía que ser muy
grande.
-
jeje ¿sorprendida? - me preguntó.
-
Pues sí, la verdad es que no me
esperaba esto.
-
¿Y qué esperabas? ¿Luces rojas de
neón y un letrero enorme? jeje No te
acabo de decir que es un club selecto sólo para elegidos? Jeje Anda, pasa,
vamos adentro.
Lo vi timbrar y a los pocos segundos se abrió
la puerta automáticamente. Pasamos y, de la misma forma que se abrió la puerta,
ésta se cerró. Estábamos en un amplio recibidor con un vestidor para dejar las
chaquetas, estaba muy iluminado y había una mesita en medio de la sala. Al
fondo, una puerta custodiada por 2 guardias de seguridad enormes que, según
entré, clavaron la mirada en mí. No pude resistirlo: me imaginé siendo follada
por los dos, la imagen en mi mente era tremendamente morbosa, ellos tan grandes
y fuertes y yo tan pequeña que podían hacer cualquier cosa conmigo… Me relamía
de gusto sólo de imaginármelo, así que me di la vuelta enseñándoles mi culito y,
mientras besaba a Luis, subí un poco mi falda enseñándoles mi culito.
La puerta del fondo se abrió y salió de ella
una pareja de mediana edad. Él, muy guapo, alto, moreno, ojos verdes, una
espalda amplia; me imaginaba follándomelo mientras le clavaba las uñas en la
espalda, llevaba puesta una camiseta ajustada que le marcaba cada músculo del
cuerpo y abajo unos vaqueros. Ella llevaba puesto un vestido negro ceñido que
realzaba cada curva de su cuerpo, tenía una cintura de avispa y lo que llamaba
la atención era su generoso pecho, enmarcado por un escote de tipo balcón que
dejaba más bien poco a la imaginación, morena y de ojos oscuros. La verdad es
que era una pareja impresionante.
-
Hola Luis, te estábamos esperando
- le dijo él mientras se daban un apretón de manos.
-
Sí, bueno, la cena, que se alargó
un poco jeje
-
Espero que lo pasarais bien,
chicos - dijo ella mientras besaba a Luis en la boca.
-
Bueno, ésta es Anita. Te presento
a los que fueron mis padrinos en el club, son Manuela y Arturo, la pareja de la
que te hablé antes.
-
Hola, encantada de conocerlos.
-
Créeme guapa, el gusto es todo
nuestro - me dijo ella, al tiempo que se acercaba a mí y me besaba, repitiendo
el beso que le había dado a Luis hacía escasos segundos. Nuestras lenguas se
juntaron y el tiempo pareció detenerse, fue un beso cálido cargado de lujuria y
de pasión.
-
Hey, hey, hey! Chicas, tranquilas,
que si todo va bien tendremos toda la noche por delante - nos interrumpió el
marido de ésta.
-
Bueno Ana, imagino que Luis te ha
explicado un poco en qué consiste este club y el tipo de ambiente que hay por
aquí.
-
Sí, me ha dicho que es un club muy
selecto.
-
Así es, querida. Verás, aquí
puedes encontrar de todo: gente como vosotros que se han “reclutado” por su
atractivo físico o por lo bien dotado que está o por la especial relación con
uno de los miembros del club.
-
Pero - interrumpió Arturo - también
hay gente VIP, gente conocida por la sociedad: futbolistas, actrices, modelos,
políticos; en definitiva, gente que mañana mismo puede ser portada de alguna
revista y que quieren guardar su anonimato, así que, Ana, en este momento
tienes que tomar una decisión.
-
Sí, querida - interrumpió ella -
tienes que decidir si quieres entrar en este mundo que te abrimos ante ti o
salir corriendo por donde has venido.
Mi respuesta fue rotunda: “quiero entrar”. Ambos se miraron y me
sonrieron,
-
Bueno, Anita - me dijo él -, no es
tan fácil como eso, necesito que firmes un contrato de confidencialidad, por lo
cual todo lo que veas aquí o en todo lo que participes aquí permanecerá en
secreto dentro de esta casa. Quiero que leas este contrato y lo firmes cuando
estés lista. Tómate tu tiempo, ya que es importante que entiendas todo lo que
ahí se especifica, ¿vale?
Asentí con la cabeza y comencé a leer el
documento que tenía entre las manos. Tenía un montón de cláusulas que no
entendía, pero me daba igual: yo solo podía pensar en follar y en ver todo el
mundo que ante mí se estaba abriendo, así que sin acabar de leerlo firmé el
contrato y se lo entregué a Arturo, que me miraba divertido.
-
No has podido esperar más,
¿eeeehh? - me sonrió.
-
Pues no, me pueden las ganas jeje
Sólo una pregunta.
-
Sí, claro, dime Ana.
-
¿Me puedo follar a los 2
guardaespaldas?
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