martes, 20 de diciembre de 2016

Anita (parte 4)

Mi mamada surtía efecto y la polla crecía en mi boca, lo que había comenzado como algo rápido y frenético, ahora era más lenta, más profunda, recorriendo cada centímetro de piel, saboreándola, notando cada vena de su tronco. Los gemidos de Arturo se mezclaban con los del resto, tenía una buena polla entre las manos, en este momento bastante larga y de un grosor más que aceptable, me la imaginaba entrando lentamente en mi culo y me ponía más y más cachonda; me la metí entera en la boca y oí a Arturo soltar un gran gemido. Seguía chupando sin parar cuando noté cómo una mano se acercaba a mi cabeza y, una vez que me localizó, noté cómo otra polla se restregaba con mi pómulo, así que alternaba entre esa nueva polla y la que ya conocía. Por el otro lado noté cómo alguien se ponía a mi lado de rodillas y jugaba también con la polla de Arturo, así que decidí abandonar esa polla para investigar qué más había en ese cuarto. Le di una última lamida a Arturo y continué a 4 patas por la sala, buscando nuevas pollas con las que jugar.

Cuando llevaba ya un rato dentro, ya había perdido la cuenta del número de penes que me había encontrado; los había de todos los tamaños y formas: más largos, más cortos, algunos tremendamente gruesos - tanto que sólo podía chuparles el glande - y otros pequeñitos con los que jugar. Alguno de ellos se había corrido en mi boca, otros directamente en mi cara y alguno me había salpicado por estar al lado. También había jugado con alguna chica mientras compartíamos la polla del chico.

Ya estaba cansada de tanta mamada, así que mire hacia la salida. Estaba en la otra punta, así que en vez de volver andando con normalidad, decidí volver en una ronda rápida de mamadas y probar otra vez todas las que me encontrara, dándoles un par de chupadas y saltando a la siguiente. Llevaba ya un par de pollas así cuando me choqué con otra persona a 4 patas; a modo de disculpa, subí mi mano lentamente por su muslo para masturbar a la chica y continuar mi camino, cuando de repente llegué a su entrepierna y me encontré una polla dura y gorda, muy mojada. Mi sorpresa fue mayúscula, pero lejos de asustarme la agarré con firmeza y seguí masturbándola con fuerza, mientras me comía otra polla con la boca. Mi acompañante en el suelo gemía, oía los gemidos muy muy cerca de mi oído, así que acelere el ritmo de la mamada y el chico se vino en mi boca. Lo tragué con gusto (una de las cláusulas del contrato era pasar exámenes periódicos de enfermedades).

Me acerqué a mi acompañante y pegué mi boca a la de él para compartir la polla que estaba chupando y éste, al notarme así de cerca, me besó. Compartí los restos de semen que aún tenía con él, no podía estar más cachonda… Ya me había corrido unas cuantas veces mientras chupaba distintas pollas, pero la situación estaba siendo muy morbosa, así que volví a masturbarme, pero mi nuevo amigo había tenido la misma idea, así que sus dedos llegaron antes a mi húmeda vagina.

Seguimos chupando aquella polla a la vez hasta que conseguimos que se corriera entre auténticos gritos de placer. Yo me había corrido también gracias a los dedos que jugaban con mi coño. Mi compañero entonces se levantó y puso su polla delante de mi boca, no dudé y me la comí de un golpe, pero no pude hacer nada más, ya que él me sujetó fuerte del pelo y comenzó a follarme la boca a un ritmo bestial hasta que terminó corriéndose dentro de mi boca. Esto había sido demasiado para mí, así que cuando me soltó el pelo, me levanté y busqué la salida directamente.

Cuando salí a la habitación los ojos me dolían, no sabía cuánto tiempo había estado ahí dentro, mis ojos tardaron en acostumbrarse a la luz, pero lo primero que vi fue maravilloso. En la cama había dos chicas jugando entre ellas, no podía verlas bien desde donde estaba, así que me acerqué más a ellas; eran 2 chicas jóvenes de no más de 25 años. Una de ellas, la que estaba debajo, pelirroja con tetas más o menos como las mías, pequeñas y con un pezón rosadito. Tenía pequitas por todo el cuerpo. La otra era una morenaza de escándalo, con unos ojazos claros que quitaban el hipo, unas buenas tetas y un muy buen culo.

Estaba la una a la otra comiéndose el coño en un morboso 69, tanto que ni me vieron acercarse. Yo estaba tan ensimismada por la visión de esos dos cuerpos esculturales que la mano se me fue sola a mi entrepierna, disfrutaba viéndolas y oyéndolas gemir como dos diosas. En ese momento, la morena levantó la cabeza y me clavó la mirada, nuestras miradas se cruzaron y me sonrió.

-        Deja de tocarte y ven a jugar con nosotras, anda…

Su voz, su tono, no sé lo que fue, pero obedecí como un autómata. Mi parte sumisa salía a relucir y sólo podía obedecerla; me sentía como la presa de una pantera. Me subí a la cama y empecé a besar a la pelirroja mientras jugaba con el cuerpo de la morena, no sabía cuál de las dos estaba mejor. Jugaba con las dos, mordía el culo de la morena y después besaba a la pelirroja, besaba a la morena y metía los dedos en el coño de la pelirroja, que estaba adornado por una pequeña mota de pelo naranja. Me lo estaba pasando genial cuando me fije que en el otro costado de la cama había un montón de juguetes y uno llamó especialmente mi atención. Me baje rápidamente de la cama mientras mis acompañantes me miraban divertidas. No me lo podía creer: en esa maleta de juguetes que salía de uno de los costados de la cama, había varios arneses con los que poder tener sexo.

-        Dios, ¡quiero probar esto, chicas! ¡No sabéis las ganas que tenia de probarlo!
-        Jajaja Mírala, parece una niña el día de Navidad con los regalos - dijo la morena.
-        Por favor, poneros uno cada una y folladme - pidió la pelirroja.
-        Eso quieres, ¿eh, perrita?  - dijo la morena.
-        ¡Síiii!

La morena se levantó de la cama y se acercó donde estaban los juguetes para escoger uno de los arneses que había ahí, escogió uno con doble dildo y miró para mí.

-        ¿Quieres que te escoja uno? - Me miró divertida.
-        Bufff…estoy en tus manos, escoge el que quieras.
-        Así me gusta: obediente.

Me tendió el que ella se acababa de poner, lo cual me pareció muy muy morboso. Notaba como cada vez estaba más mojada y ya había perdido la cuenta de los orgasmos que había tenido, pero seguía teniendo ganas de más.

Me ayudó a la hora de ponerme el arnés y ella hizo lo propio con el suyo, la visión de las dos con esos penes de plástico era muy morbosa y nos acercamos a la pelirroja. Acercamos los dildos a la boca de la chica y los empezó a chupar con ganas, pero yo quería algo más, así que me fui directa a su coño para follárselo. Empecé con muchas ganas, era una de mis fantasías más recurrentes, cada vez que me masturbaba me imaginaba en una situación así, follándome a alguna de mis compañeras de clase, o alguna compañera del gym.

Lo estaba disfrutando, oía como la chica gemía sin parar y eso me encantaba. Noté un mano suave que me cogía del brazo, abrí los ojos y vi a la otra chica a mi lado.

-        Déjame a mí también un poco, ¿no? - Me dijo sonriendo.
-        Sí, sí, claro, es que… bufff… no sabes lo que me gusta esto…
-        Vale, vamos a hacer una cosa: como verte así de caliente y ver cómo te la follabas me tiene más que cachonda a mí, voy a tumbarme, ¿vale? y ella se va a poner encima mía.
-        ¿Vamos a hacer una doble penetración? - Dijo la otra chica con voz entrecortada.
-        Si nuestra nueva amiga quiere, sí. ¿Qué dices, estás preparada para follarte este culito?
-        ¡Lo estoy deseando! - dije casi con desesperación.

-        Vale, pero tienes que prometerme que me vas a dejar follarte - Me dijo la morena con una mirada más que penetrante.

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